sábado santo
DESCENDER
Dios mismo descendió hacia el hombre. Del cielo a la tierra bajó. De su trono a un pesebre. La vida de Jesús fue un constante descenso, mostrándonos con su historia, su humilde corazón.
Y si creías que la cruz fue la humillación más grande, te equivocaste.
Jesús no sólo cargó con tu pecado, entregando su vida y muriendo para salvarte; también descendió a los infiernos, al de cada hombre y mujer. Desciende a TU INFIERNO personal, para redimirte desde lo más profundo, para hacerte nuevo.
¿Qué es este infierno «personal»?
“Es ese lugar en lo profundo del hombre marcado por el pecado donde reina la soledad radical, donde la palabra «amor» ya no puede ser escuchada.” Porque en el fondo, el miedo de todo hombre y mujer es el miedo a la soledad, a no tener nadie a quien amar y a no ser amado por nadie. Esa terrible soledad que viene del pecado; el pecado que aísla y mata.
Por esto, te invitamos a descender, a hacer experiencia de tu propio infierno.
Experimentar el «propio infierno» es condición para experimentar la gracia de Dios.
El camino hacia Dios pasa generalmente por muchas cruces de errores, curvas
y rodeos, pasa por fracasos y desengaños. Pero resulta que no son precisamente
tus virtudes las que más te abren a Dios, sino tus flaquezas, tu incapacidad,
incluso tus pecados.
Deja entrar a Cristo en el lugar de muerte, de la soledad y del pecado
que habita en vos, tu «infierno personal». Donde ya no podes oír
alguna voz, allí está Él diciéndote: “no temas, soy yo” (Cfr. Mc 6, 45-52).
No temas porque la única forma de vencer ese infierno es la experiencia que da
sentido a la totalidad de la existencia humana: el amor. Y “Dios es Amor” (1Jn 4, 8).
¡Necesitamos hacer experiencia de Jesús! ¡Necesitas a Jesús!
Si no dejas que el Señor descienda al fondo de tu realidad jamás sabrás dónde
Él tiene que hacer Pascua, no sabrás cual es ese hombre viejo que debes unir a la cruz del Señor para que pueda resucitar también con El. Es solo en la profundidad de vos mismo donde puedes ser curado. La experiencia de «tu nada» te lanza hacia «el todo» de Dios. Debes rendirte ante Dios para pedir que te haga nuevo. En este punto comienza la verdadera conversión y por lo tanto el surgimiento del hombre nuevo.
Por el descenso a nuestra realidad humana, ascendemos hasta Dios.
ORACIÓN
Desciende Jesús a mi infierno.
Toma esta lista de debilidades,
de miedos, de frustraciones,
de caídas, de pecados.
Toma mi nada y hazme nuevo.
¡Te necesito!
Haz pascua en mi corazón.
Amén
Link del documento completo: